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El misterio de la becacina grande: nuevos antecedentes la categorizan como una especie Casi Amenazada

Si hablamos de aves enigmáticas de nuestro país, la becacina grande ocupa un lugar principal en el listado, incluso a nivel sudamericano. Lo anterior, debido a sus hábitos y  distribución en lugares extremos del país que dificultan verla y estudiarla. Sin embargo, recientemente fue clasificada por el Reglamento de Clasificación de Especies en la categoría de Casi Amenazada (NT). 

La becacina grande (Gallinago stricklandii) es un ave limícola de tamaño mediano con plumaje críptico de barrado pardo oscuro en todo su cuerpo, patas robustas amarillentas,  un pico alargado de base ancha y curvado en la punta, siendo estas algunas de las características que la diferencian de la becacina común (Gallinago magellanica)

De las siete becacinas que existen en Sudamérica, la becacina grande es de las más desconocidas. De acuerdo con Víctor Raimilla, investigador de la Fundación Parque la Tapera y colaborador de la ROC, esta especie contaba con tan solo 45 registros desde su descripción (1845) hasta el año 2010, fecha en la cual se realizó una publicación con una exhaustiva revisión de lo que se conocía de la especie. 

“La información disponible indica que se reproduce en los canales y fiordos patagónicos y estos, por lo accidentados y de difícil acceso, generan que ver al ave sea casi imposible, por lo que estudiarla es aún más complejo. No por nada, se considera una “joya ornitológica” para los observadores de aves”, expresa Víctor. 

Sebastián Saiter, naturalista, guía de aviturismo y colaborador de la ROC, coincide en que la razón principal de los bajos estudios existentes de esta especie es debido a sus hábitos y comportamientos. Puesto que “es un ave que está bastante activa en horario crepuscular y ha pasado desapercibida ante los ojos humanos por mucho tiempo. Además, los ambientes que habita (archipiélagos patagónicos, islas, canales y fiordos) son de difícil acceso y con clima bastante cambiante,  siendo un impedimento para registrarla y conocer acerca de sus aspectos básicos como comportamientos y vocalizaciones. Es difícil detectarla, a pesar de que un observador puede acercarse hasta 1,5 metros y el ave no vuela”, afirma. 

Investigaciones sobre la becacina grande 

Con la finalidad de tener mayor información de la becacina grande, distintos profesionales han realizado investigaciones para esclarecer el misterio que hay detrás de esta joya ornitológica. De esta misma manera lo cuenta Víctor Raimilla, colaborador de la ROC. 

“En mis recorridos estudiando huemules por el fiordo cerca del Ventisquero Jorge Montt a 50 km al sur de Caleta Tortel, en áreas del Parque la Tapera, pude detectar (perseverando en su búsqueda) en zonas distintas (10 km de distancia), a dos becacinas grandes, una a finales de periodo reproductivo y otra en pleno periodo reproductivo. La suma de estos dos registros sugería que en la zona podrían reproducirse, pero para confirmarlo requería de apoyo. Es por esto que nos reunimos con miembros de la ROC y ejecutamos una expedición llamada “Stricklandii” a inicios de diciembre 2021, observando el primer día a una becacina grande; y luego de dos días, capturamos con redes de niebla a una pareja. Al observar sus parches de incubación, observamos que estaban arrugados y secos, indicador de que estuvieron incubando. Una gran alegría de tener en las manos a un ave tan esquiva de ver”, relata Víctor. 

Para dicha expedición fue esencial la existencia de vocalizaciones de la becacina grande grabadas por Sebastián Saiter en una expedición en Magallanes, pues de esta forma hicieron playback y con ello pudieron confirmar una segunda zona de registro. 

“Paralelamente, un amigo, Daniel Torres, que trabaja recorriendo los fiordos cercanos al Parque Nacional Laguna San Rafael, me contó que veía y escuchaba “becacinas”. Teniendo estas grabaciones en mano, se las envié para que me pudiese confirmar. Grande fue mi sorpresa cuando a la noche siguiente me llama y me dice que lo que está escuchando en vivo, es la misma vocalización que le había enviado. ¡Otra gran felicidad! O sea, que el límite norte de reproducción no sería Ventisquero Jorge Montt sino, el área de la bahía Exploradores, Parque Nacional Laguna San Rafael”, explica. 

La accesibilidad y pernoctación a la zona del Ventisquero Jorge Montt ha mejorado por la presencia de infraestructura de la Fundación Parque la Tapera, lo que será de mucha ayuda para poder llevar a cabo nuevas expediciones con la ROC que nos permitan avanzar en dilucidar la(s) ruta(s) migratoria(s) de esta ave fantasma.

Además de la ROC, también hay otras investigaciones y proyectos que están en busca de avanzar en el conocimiento de esta especie. Entre ellas se encuentra el artículo científico “Antecedentes sobre la historia natural de la becacina grande Gallinago stricklandii (Gray 1845): ¿Un ave residente en Cabo de Hornos?”, en el cual participó el ornitólogo, Omar Barroso. 

De acuerdo con Omar, esta investigación impulsada y financiada por el Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC) y publicada en la revista Anales del Instituto de la Patagonia, fue parte del trabajo de Investigadores asociados al CHIC y de muchos otros investigadores/as quienes aportaron con los registros desde el año 2002 hasta 2023.

“En base a las observaciones de campo, los registros obtenidos a través de fotografías y videos y la captura de un individuo en isla Hornos, caracterizamos la presencia/ausencia durante la estación reproductiva y la estación de invierno, la morfología y atributos de la historia natural de la becacina grande”, explica.

Acerca de los algunos resultados más específicos de la investigación, Omar Barroso cuenta que “nuestro estudio sugiere que dentro de la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos se concentran las mayores poblaciones de becacina grande en el extremo austral. Asimismo, nuestro estudio llama la atención sobre la relevancia de proteger al Parque Nacional Cabo de Hornos que todavía está libre de especies exóticas invasoras. Por lo que es necesario implementar medidas para prevenir el arribo de mamíferos exóticos, como ratas, gatos domésticos o visones americanos, que están presentes en otras islas ubicadas más al norte de la Reserva”.

Clasificación en el RCE 

El pasado 7 de mayo, se aprobó y oficializó el decimonoveno Proceso de Clasificación de Especies según estado de conservación, liderado por el Ministerio del Medio Ambiente, en el cual se evaluaron 59 especies de animales, hongos o líquenes y plantas.

Tras finalizar el proceso, el Reglamento de Clasificación de Especies (RCE) incluyó a 10 especies de aves y en el caso de la becacina grande, fue categorizada por primera vez, quedando en la categoría Casi Amenazada (NT).

Acerca de los fundamentos que determinaron la clasificación de la becacina grande, principalmente se encuentra que “aunque no se conocen amenazas, presumiblemente algunas zonas de su hábitat sean vulnerables a la degradación y conversión por agricultura y ganadería”. Respecto a su población, se menciona que “existen cerca de 2.500 individuos en Chile, por sus distancias de dispersión se asume una sola subpoblación en el país. Así, no alcanzaría a cumplir el umbral para categoría Vulnerable, pero está pronto a hacerlo, sobre todo por la amenaza de especies exóticas invasoras (visón)”. 

Recientes avances en su conocimiento 

El investigador Víctor Raimilla participó en el proceso mencionado anteriormente, junto al ornitólogo magallánico Ricardo Matus, instancia en la cual aportaron distintos antecedentes que contribuyeron en su clasificación. 

Además de caracterizarla en relación a su vuelo bajo y rasante, métodos de camuflaje que le sirven de protección frente a depredadores versátiles y exitosos, como el visón americano (Neovison vison). Víctor comenta que a pesar de que se desconoce el tamaño de la población nacional, es un ave que se describe como de bajas abundancias locales (1 ejemplar cada 30 km de recorrido o de 5 individuos en 80 km recorridos, ambos en islas magallánicas) y  mundialmente (Chile y Argentina) se estima que su población es de 2.500 a 5.000 individuos.

En relación a la distribución histórica de la becacina grande en Chile se identificó que es desde la región de La Araucanía (incluyendo Chiloé) a Magallanes, siendo los registros históricos desde La Araucanía a Chiloé solo invernales (mayo a agosto), entendidos como aves en migración.

Con la finalidad de evaluar su estado de conservación, Victor y Ricardo realizaron una revisión bibliográfica y recopilaron 96 registros desde diversas fuentes, siendo la principal la plataforma eBird (casi todos los registros con fotos). “Tras la revisión encontramos que pese al aumento de observadores de aves a lo largo de Chile, no hay nuevos registros entre La Araucanía y Chiloé, concentrándose aún en los canales y fiordos patagónicos. Solo recientemente, el 7 de mayo se encontró una becacina grande mordida por un perro en Huillinco, Chiloé”, cuenta.

Por ello y por la alta amenaza de depredación de visón, pérdida de hábitats en las zonas de invernada y sus bajos tamaños poblacionales locales y nacional, es que el Comité de evaluación de estados de conservación en Chile, durante el proceso n°19, aceptó el cambio desde “Datos insuficientes” (DD) a “Casi amenazada” (NT). 

Sobre su categorización, Sebastián Saiter, quien ha participado en expediciones en búsqueda de la especie, coincide en que esté categorizada como Casi Amenazada (NT), puesto que “es un ave muy similar al kiwi. Sin embargo, no ha tenido depredadores naturales hasta el momento, pero si depredadores exóticos como el visón. Entonces el visón al ser un buen nadador, empieza a ocupar sitios en donde la becacina grande había estado sin problemas y se ve amenazada al ser robusta y de hábitos terrestres prácticamente. Me hace sentido que en sectores como Isla Navarino o Tierra del Fuego, ya no hayan registros recientes de becacina grande, debido a que hay depredadores introducidos como el visón o también la presencia del zorro gris, una especie introducida también”, explica. 

Relevancia de la comunidad en el aporte de información de aves 

Tal como se mencionó anteriormente, muchos de los datos en relación al avistamiento de la becacina grande fueron obtenidos desde eBird, en especial el primer registro de esta especie en Huillinco, Chiloé durante este mes, la cual lamentablemente fue herida por un perro. 

Respecto a esta situación Sebastián Saiter menciona que “es super importante que la comunidad, en especial la del Sur Austral, sepa diferenciar entre la becacina común y la becacina grande para que así puedan subir registros en eBird -ojalá con fotos- y contribuir con información. Otoño es la estación que tiene más movimientos de esta ave y hay más registros en lugares urbanos, entonces es ahí cuando debemos generar más campañas para concientizar”, cuenta. 

Algunas características claves para diferenciar a ambas especies, es que la becacina grande tiene el cuerpo robusto y compacto, cola oscura, ojos grandes y la base del pico ancha con punta curvada. En cambio, la becacina común (Gallinago magellanica), tiene un cuerpo estilizado al caminar, vientre de color blanco, cola con detalles anaranjados y bordes blancos, además del pico fino con punta recta. 

Sobre otras iniciativas que buscan develar el misterio de la becacina grande, se encuentra el Desafío ROC “Esa becacina puede ser tu vecina”, que lanzamos en 2020 con la finalidad de descifrar de dónde viene, por dónde pasa y hacia dónde va esta especie. El  que consistía en subir registros a eBird, cada vez que observadores de aves lograran avistar a la especie. 

Asimismo, el proyecto @fuegiansnipe a cargo de Sebastián Saiter, constantemente difunde información de utilidad acerca de la becacina grande, con la finalidad de generar conocimiento para contribuir en su conservación. 

De esta manera les invitamos a estar atentos/as y sobretodo a registrar sus avistamientos de la becacina grande en la plataforma de ciencia ciudadana eBird, para que así investigadores/as puedan obtener mayor información acerca de los lugares en los que transita y otros aspectos básicos que aún son desconocidos y de gran importancia resolver.